Pinocho

 


Cuento infantil clásico de Pinocho

Este cuento narra las aventuras de un muñeco de madera llamado Pinocho.

Había una vez un carpintero que se llamaba Gepetto, al que le gustaba hacer esculturas de madera, y un buen día decidió construir un muñeco, al que puso de nombre Pinocho.

Gepetto estaba muy entusiasmado con su muñeco, y mirándole a los ojos, le dijo: “¡Ojalá tuvieras vida y fueses un niño de verdad!” .

Lo que no sabía Gepetto era que por ser tan bueno en toda su vida, un hada madrina le observaba de cerca, y le concedió ese deseo.

Esa misma noche mientras Gepetto dormía, el hada dio vida a Pinocho.

Al día siguiente, al entrar en el taller, Gepetto escuchó una voz que le asustó: “¡Buenos días papá!”.

Gepetto sorprendido preguntó: “¿Quién me está hablando?” “Soy yo, Pinocho, tu hijo”.

Gepetto no salía de su asombro, no podía ser verdad, si ayer era un muñeco de madera sin expresión, y hoy le estaba llamando papá… ¡Qué ilusión!.

Aunque no tenia mucho dinero,vendió algunas herramientas para comprarle a Pinocho una cartera y los libros que se usaban en el colegio.

Allí conoció a un grillo que le daba muy buenos consejos, aunque Pinocho no siempre le hacía caso, y un día se fue al teatro de títeres a curiosear.

El dueño del teatro se quedó prendado con Pinocho, pensó que se haría de oro con un títere con vida.

Pepito Grillo le recomendó a Pinocho irse de aquel lugar y volver a la escuela, pero de nuevo el niño no le hizo caso, porque pensó que al trabajar allí podría recuperar el dinero que Gepetto se había gastado al comprar el material para el colegio.

Pinocho estuvo varios días desaparecido trabajando dentro del teatro, y cuando quiso volver a su casa, el titiritero no le dejaba, y le encerró en una jaula para que no se escapara.

Pero su hada madrina que todo lo veía, fue en su busca, y le preguntó qué había pasado.

Pinocho mintió diciendo que unos señores le habían capturado y le habían metido en esa jaula. El Hada , como castigo, le hizo crecer la nariz.

Luego le liberó con su varita mágica. Pinocho antes de salir de allí, cogió las
monedas que había ganado al actuar a lo largo de todos esos días.

Una vez más el niño desobedeció los consejo de su amigo el grillo, y al encontrarse con uno niño de camino al colegio se dejó tentar.

El niño le dijo que podía acompañarle a la Isla de los Juguetes, donde podría jugar durante un montón de tiempo y sin descanso.

Pinocho, nada más asentir con la cabeza, las orejas le empezaron a crecer hasta que se le convirtieron en unas orejas de burro enormes.

Esas orejas eran el signo de que un niño había abandonado la escuela por diversión, y comenzó a llorar delante de Pepito Grillo pidiéndole perdón, y suplicando a su hada madrina que su padre no se hubiera olvidado de él.

Por su lado, Gepetto buscaba de forma desesperada a su hijo Pinocho muy cerca de la Isla de los Juguetes, creyendo que estaba allí.

De pronto una ballena se lo tragó y luego volvió a alta mar.

En cuanto Pinocho se enteró, comenzó una búsqueda junto a grillo imparable por encontrar a su padre, y cuando llegó a la boca de la ballena, ésta también los tragó.

Se encontraron en el estómago de la ballena, y se fundieron en un abrazo que nunca terminaba, estaban tan contentos de haberse reunido de nuevo, que empezaron a contarse todas las historias que habían vivido en todo el tiempo que estuvieron separados.

Pepito grillo que no se separaba de Pinocho, comenzó a pensar un plan para salir de la ballena, de forma que encendió una fogata en la boca del animal, que antes o después le haría estornudar, y así saldrían despedidos del interior de la ballena.

Después de todo esto, Pinocho fue consciente de que habían llegado hasta ahí porque él había mentido en varias ocasiones, y porque había desobedecido a su padre también muchas veces.

El hada madrina volvió a actuar de forma noble, y además de hacerle desaparecer la nariz larga de mentiroso y las orejas de burro, le concedió el primer deseo que tuvo su padre cuando solo era un muñeco de madera, le concedió el hecho de convertirse en un niño de carne y hueso de verdad.

Desde ese momento, Pinocho cuidó de su padre, y jamás volvió a desobedecer ni a portarse mal.

FIN

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