Sarita, la rana saltarina

 


Cuento infantil clásico de Sarita, la rana saltarina.

Este es el cuento infantil clásico de la rana saltarina Sarita. Érase una vez una rana muy joven llamada Sarita, que andaba dando saltos todo el día… quizás te estés preguntando: “pero… ¿no saltan todas las ranas?”.

Pues sí, todas las ranas saltan, pero a nuestra amiga no le faltaba energía, y saltaba tanto que hasta las propias ranas la conocían como “Sarita, la rana saltarina”.

Desde que se despertaba hasta que se iba a dormir, Sarita saltaba de un lado para otro, nunca paraba quieta.

Sus padres, preocupados, le decían: “Sarita, no saltes tanto que un día te vas a hacer daño”. Pero Sarita no hacía caso.

Un día cuando estaba en la charca, saltando de una piedra a otra piedra, se le acercó un sapo muy tranquilo y le dijo: “Hola Sarita, ¿cómo tienes tanta energía para estar saltando sin parar?”.

Entonces,  Sara la rana, por un momento se quedó parada mirando fijamente a aquél sapo tan tranquilo, se encogió de hombros… y siguió saltando.

Al día siguiente en el colegio, la clase de Sarita tenía un examen de gimnasia que consistía en saltar al potro, ¿y a que no sabéis quién lo saltó más veces…?. Pues sí, la rana Sarita.

En ese momento se le acercó, una amiguita de clase y le preguntó: ¿cómo lo haces Sarita?.Mira que yo también  soy una rana como tú y no puedo estar todo el día saltando sin parar….”.

Entonces, la rana Sarita contestó: “No lo sé…” Después de lavarse los dientes, la mamá de Sarita le mandó a la cama a leer un cuento que le había regalado su tío Juan.

Pero de repente, un ruido ensordecedor provenía de la habitación de Sarita… Sus padres fueron rapidos a su habitación para ver qué podía haber pasado… Sarita se había caído y estaba en el suelo.

¿Estás bien Sarita?” dijo su papá. “Sí papi, tranquilo, no me pasa nada” respondió Sarita.

¿Pero que es lo que ha pasado, por qué te has caído?” le preguntó su mamá.

Pues es que estaba dando saltos en la cama… y me he resbalado” respondió Sarita con miedo a que sus padres le regañasen.

Entonces, sus padres arroparon a Sarita y le leyeron el cuento de su tío.

Bueno Sarita, que tengas dulces sueños” le dijeron, apagaron la luz y se marcharon también a dormir.

Sarita, se había quedado sorprendida, pues sus padres no le regañaron por haber desobedecido.

Entonces, se dio cuenta que lo que había hecho estaba mal, y que sus padres lo único que querían, cuando le decían que parase algún rato de saltar, era evitar que se hiciera daño.

Así que una vez aprendida la lección, nuestra querida amiga Sarita, se durmió…

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