Cuento infantil clásico de Bambi – corto
Este cuento relata las aventuras de un pequeño cervatillo llamado Bambi.
La primavera comenzó en un bosque con muchos animales y bonitos paisajes, de una manera muy especial…
En ese bosque todos eran muy amigos, y esa mañana el conejo Tambor estaba algo alterado con lo que acababa de suceder, no solo había comenzado la primavera sino que también había nacido un cervatillo.
Por fin llegó el día que todos estaban esperando, ¡Bambi ha nacido!, ¡Bambi ha nacido!, gritaba Tambor despertando a todas las ardillas y los pájaros que dormitaban en los árboles.
Le llamaban el pequeño príncipe del bosque, Bambi, un nombre muy bonito para un príncipe ciervo que nació el mismo día que comenzaba la primavera.
Todos los animalitos del bosque estaban maravillados con esa criatura, y querían jugar con él, pero su mamá les dijo que deberían esperar a que descansara.
Queridos amiguitos, Bambi necesita descansar, y mañana podrá corretear con todos vosotros por el bosque, y le podréis enseñar todas las maravillas que en él habitan.
En cuanto amanece el nuevo día, Bambi ya se sostiene sobre sus delgadas patas, y comienza a mirar a su alrededor con una curiosidad inquieta, y haciéndose preguntas de todo tipo:
–¿Cómo se llama esta flor? ¿Porqué los topos viven bajo tierra? ¿Porqué esa flor vuela?
Con esta pregunta todos los animales que estaban con Bambi comenzaron a reírse a carcajadas, lo que acababa de ver Bambi, era una mariposa aleteando encima de una flor…
Todos los días era una nueva aventura para Bambi y para su mejor amigo Tambor, y ambos se pasaban los días corriendo por el bosque, divirtiéndose y conociendo cosas nuevas a todo momento.
En uno de esos paseos por el campo, Bambi se encontró a Falina, que era prima suya, de su misma familia, y enseguida se pusieron a correr de un lado para otro, haciendo carreras y jugando al escondite.
Un buen día, dando un paseo los cervatillos jóvenes con sus madres, un ciervo grande y con una gran cornamenta apareció por allí, Bambi se quedó impresionado con esa visión…
Un ciervo grandísimo, con mirada clara y directa, miró a Bambi y le dijo: Un cervatillo muy guapo y apuesto, como su padre…
Estoy muy orgulloso de ti, haz caso a tu madre en todo lo que te diga, y crecerás feliz y valiente.
De repente, comenzó a escucharse un ruido ensordecedor por todo el bosque, y los animales, comenzaron a huir despavoridos:
–¡La caza, la caza, ha comenzado la caza!, decían todos al unísono.
Bambi no entendía nada, pero comenzó a correr en cuanto su madre comenzó a gritar:
–¡Bambi, no te pares, sigue corriendo!, y también su padre comenzó a correr cerca de ellos, para llevarlos a un lugar seguro.
Así fue como pasaban los días, la temporada de caza trascurrió como era habitual, los ciervos y los corzos siempre huyendo de los tiros de los cazadores, y Bambi creciendo junto a su madre, su padre, su prima y su tía.
Las estaciones iban pasando, y un buen día, Bambi se despertó y solo se veía el blanco intenso del suelo.
La nieve había caído sin parar durante toda la noche, había llegado el invierno, y nuevas cosas había que descubrir.
Patinar en una charca helada se convirtió en algo muy divertido, que tanto Bambi como Tambor sabían disfrutar con muchas ganas.
Ambos se hicieron muy amigos, se pasaban horas riéndose y compartiendo el tiempo libre que tenían.
Una tarde, Bambi salió huyendo al oír ruido de caza, y cuando se quiso dar cuenta ya no tenía al lado ni a su madre ni a Tambor, iba por un camino que no conocía, y cuando más desesperado estaba, se encontró con su padre que le dijo:
–Bambi, a partir de ahora has de ser valiente y fuerte, tu madre se ha ido, unos cazadores la han capturado y ya no volverá, y tú debes sentirte orgulloso de ella, y seguir sus pasos de humildad.
El pequeño cervatillo se sintió muy solo de repente, y se encaminó a casa de su prima y su tía, ya que sabía que allí le ayudarían a sentirse mejor.
Con el paso del tiempo, Bambi y Falina se hicieron inseparables, jugaban mucho en el bosque, corrían juntos, todo lo compartían, y un día, Bambi se sentía pletórico, se acercó a Falina y le dijo:
–Falina, ¿quieres casarte conmigo?, Serás la mejor esposa que jamás haya imaginado, y seré el mejor padre que nuestros hijos puedan tener.
Así fue como Bambi repitió su historia, se convirtió en un gran padre de familia, como lo era su padre, y protegió durante toda su vida a su preciosa familia, Falina y sus dos principitos, así como Tambor seguía siendo el mejor amigo de Bambi, junto a su propia familia de conejos.
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